Nunca imagine que escribiría sobre esta situación que me ha costado tanto trabajo admitir, generalmente cuando nos enfermamos vamos al medico nos receta y la vida sigue, pero que sucede cuando un día por la mañana simplemente no tienes ganas de levantarte, sientes angustia en tu pecho y sin más… profundas ganas de llorar sin saber ¿por qué?
Esto me sucedió a mi y negada a la situación me levantaba a confrontar el día, sin embargo, cuando menos lo esperas nuevamente la angustia regresa, la sensación de que te aprietan el pecho, las profundas ganas de llorar, pero ahora se agrega a todo eso una temblorina en todo tu cuerpo y quieres huir, pero no sabes a donde.
Entonces sigues con tus actividades crees que ya pasará y no; en la siguiente crisis habrá un invitado más, dolores en diferentes partes del cuerpo (en mi caso una inflamación) y en ese momento tus pensamientos te bombardearan y nuevamente, sin más en esta ocasión no se puede controlar y explotas, terminas en un hospital siendo diagnosticada con ansiedad, así es una enfermedad que no sabes ni ¿por qué? ¿cómo? O ¿Cuándo sucedió? Solamente sabes que a partir de ese momento deberás medicarte y que te hará sentir en las nubes y desconectada, como si no estuvieras aquí y ahora… ¡genial! Decides que no es alternativa y simplemente te niegas a tomarla, porqué crees que mágicamente sanaras y que no es nada grave; hasta que un día nuevamente sin esperarlo vuelve a suceder y así una y otra vez hasta que decides por fin buscar otras alternativas que no estén ligadas a medicarte o dormir todo el día, en el camino encuentras infinidad de cosas pero solo algunas te ayudarán en mi caso los aceites esenciales, la meditación el reconocer y expresar todas mis emociones, dándole su lugar a cada una, porque son válidas y merecedoras de un espacio en mi vida; estoy segura que aun no sano y que estoy en proceso, pero con la certeza de que aunque la ansiedad o depresión te impida hacer muchas cosas, siempre habrá una salida, una alternativa y una esperanza.
¡Hoy sé que, si se puede, que nada es más fuerte que tú!