Es el último día del 2021 y después de desearles un 2022 lleno de magia, muy buena salud y cosas bonitas me gustaría mencionar uno de los rituales que solemos hacer en estas fechas y acudir a la energía grupal para potenciar la reflexión.
Se han hecho populares las publicaciones donde se enumeran las materias que deberían dar en todas las escuelas, tales como educación financiera, nutrición, inteligencia emocional, meditación y felicidad, ventas, y convivencia y valores. Completamente de acuerdo en cada una pero yo agregaría una materia sobre discapacidad.
Sí, ya se menciona convivencia y valores, que ahí podría entrar el tema de la inclusión; pero aprender sobre discapacidad va más allá de eso, de una definición, de un debate sobre cómo tratarla y de cómo convivir. Hablar, enseñar y aprender sobre discapacidad es mirar todas sus aristas y una que se deja de lado y por eso muchas personas no quieren informarse es el de la discapacidad adquirida, esa que a cualquier persona en cualquier momento y en cualquier edad le puede pasar. Y es que casi siempre que nos involucramos en el tema es porque nuestra persona, alguien de nuestra familia, estudiante o amistad tiene una discapacidad. Rara vez se hace por un interés curioso, sin que alguien cercano nos motive.
De pronto hay que gritarle a la abuelita para que nos escuche bien o buscar la silla de ruedas más cómoda para que el abuelito pueda desplazarse. Sí, la edad es un gran factor que predispone a una discapacidad. Y la vida, esa también. Porque un accidente o una enfermedad puede dejarnos sin un miembro o sin un sentido, un daño cerebral o hacia otro órgano. Entonces vienen procesos de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. No siempre se pasa por cada etapa ni en ese orden, pero ¿qué pasaría si desde antes contamos con información y estamos mejor preparados? Tanto del lado de quien adquiere la discapacidad como de quien apoya, cuida y acompaña, es de gran valor y ahorra mucho tiempo en buscar respuestas y alternativas. Al tener información sobre discapacidad podemos leer síntomas, señales de que algo no funciona como debería y, aunque no seamos del área, sí sabemos que hay que acudir con especialistas para tratarnos lo antes posible.
Imaginen que al ir por la calle y ver que una persona ciega necesita ayuda podamos detenernos a ofrecerla porque sabemos qué hacer. Que llega un alumno con autismo y sabemos qué ajustes debemos realizar para que pueda aprender; que sabemos cómo cargar al abuelito para acomodarlo en su silla (en lugar de esperar al tío más fuerte para que lo haga); o al menos algo básico de lengua de señas para dar la bienvenida a nuestro negocio. Nos ahorramos la vergüenza de decir que no procedemos y seguirnos de largo porque no sabemos y así, dejamos de ser barreras. Sabemos cómo tratarnos o cómo tratar, que es muy importante una red de apoyo y qué mejor si desde antes está informada.
No esperemos a conocer a alguien o ser nosotras mismas la motivación para querer saber sobre discapacidad. En lo que el tema se convierte en una asignatura obligatoria, podemos ser autodidactas, tomar talleres, cursos, diplomados, acercarnos a quienes nos pueden enseñar, esparcir conocimientos y así crear una comunidad preparada.
PAMELA CORONADO
ILUSTRADORA Y COMUNICADORA VISUAL