Cuando se propuso el tema de discapacidad y/o ansiedad para desarrollar una entrada para el blog. tenía la idea de que sería un tema interesante de investigar, que en efecto me parecía un tema importante debido a que actualmente es una de las principales enfermedades discapacitantes que sufre la mayoría de las personas en el mundo. Sin embargo, no contaba con cómo me iba a sentir enfrentando este tema…
Como ya se habrán dado cuenta, estoy hablando en primera persona, algo poco común en mis entradas de blog, y aunque en un principio no quería que este tema se trata de mi o de mi experiencia directa…investigar sobre el tema, me hizo dar cuenta de el por qué es tan difícil detectarla y pedir ayuda.
Primero que nada, me gustaría señalar algunas de las características y síntomas de la depresión:
- Puede presentarse a cualquier edad, sólo que las señales de la misma varían.
- Algunas de las características generales son: dormir mucho o la falta de sueño, no tener ganas de realizar actividades cotidianas, comer mucho o falta de apetito, pérdida de sentido, y en niños y adolescentes irritabilidad.
- Otros signos son volcarse mecánica o enteramente en una actividad como el trabajo, sobresaturación de actividades o drogas.
- Pérdida de interés en actividades que antes te solían satisfacer.
- Hay una carga hereditaria que puede influir en que desarrollemos depresión.
- Suele dividirse en leve, moderada y severa, cada fase requiere de un tipo de atención distinta y especializada de acuerdo al paciente.
Estas características generales, pude extraerlas después de escuchar una serie de programas donde especialistas hablaban sobre el tema. Sin embargo, conforme iba escuchando (y a pesar de que ya tenía idea de las señales generales para detectarla) me di cuenta de que a lo largo de mi vida, sobre todo en los últimos seis años, he presentado casi todos los signos, a veces más intensamente y por períodos distintos de tiempo. Es una situación que tengo localizada… y a pesar de que en el peor momento intenté buscar ayuda (fallando de manera un tanto cómica…) hasta la fecha no he recurrido a un especialista para atender esta situación. Esto me hace pensar en la dificultad para detectarla y/o prevenirla o atenderla tempranamente, debido a que estamos acostumbrados a vivir así y la estigmatización que aún persiste referente a atender la salud mental, es aún muy grande. Es por eso que en promedio pasan ocho años hasta que las personas buscan atender estos problemas, si a eso le sumamos factores socioeconómicos y la falta de interés o información, es probable que haya muchas personas que jamás lo atiendan.
Lo anterior me puso a pensar en esa brecha, en cómo socialmente podemos estar involucrados o no con nuestra salud mental, que generacionalmente son factores que van influyendo y que el tejido relacional que vamos construyendo va cargado de esas cuestiones invisibles.
Analizando lo anterior puedo decir que hay varias personas de distintas edades, en mi círculo familiar, que podrían estar pasando por esto o que ya llevan varios años viviendo así, y ni qué decir de amiges… la cuestión en estos casos, es que cuando se trata de adultos, estos no pueden ser obligados a recibir atención o tomar un tratamiento; como cualquier otra enfermedad, quién la padece decide en qué momento atenderla… y bueno digamos que yo no soy quién o el mejor ejemplo para señalar que los demás deberían hacerlo, cuando yo no me he ocupado de ello.
Es por eso que me gustaría hacer una invitación a quienes están leyendo esta entrada de blog, a que hagan un ejercicio introspectivo para detectar las señales que pudieran están indicando que están pasando por esto y comenzar a estructurar los recursos necesarios para atenderlo y vivir mejor. Estos recursos abarcan nuestras redes de apoyo como familia o amiges, actividades que cultiven nuestro deseo y bienestar, una atención a la salud física y por supuesto a la mental. En mi caso, esto mismo es una invitación a no posponer esta última parte y buscar alternativas o posibilidades que se adapten a mis necesidades, sobre todo las económicas, pues tanto antes como ahora, ese ha sido un pretexto para no buscar la ayuda.
A continuación te dejo algunas opciones que podrían funcionarnos cuando este sea el caso:
Finalmente me gustaría cerrar mencionando que, si el que le digan a une “echale ganas” no es suficiente en estos casos, pero que podemos buscar ayuda, lo cual nos hace tener respons-habilidad (término que explicaré en futuros artículos), pero que resume el hacernos cargo de nuestra existencia en relación a nosotros y a los otros.
Bibliografía
Once, C. (09 de 01 de 2020). Díalogos en Confianza (Salud) – ¿Cómo salgo de la depresión? Recuperado el 07 de 12 de 2021, de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=Hk8Nw8SgYXk
Once, C. (16 de 01 de 2019). Diálogos en confianza (Saber vivir) – ¿Por qué nos deprimimos? Recuperado el 07 de 12 de 2021, de YouTube: https://youtu.be/_h4LZ5Dcrbg
Once, C. (22 de 07 de 2015). Diálogos en confianza (Saber vivir) – Y después de la depresión, ¿qué? . Recuperado el 07 de 12 de 2021, de YouTube: https://youtu.be/HCAojnakS2k