La profesión que se encuentra en mi título es la de Diseño y Comunicación Visual. Interesada por la ilustración tradicional y los cuentos infantiles, me he orientado hacia ese campo. Teniendo como oportunidad el desempeñarme como maestra, acepté sin detenerme a pensar en lo que esto implicaba porque, si había pasado tantos años en las aulas con el ejemplo de mis maestras y profesores, yo estaba preparada.
La realidad es que me encantó y me enamoré de dar clases. Y a la vez me di cuenta de que mi preparación como docente era muy poca, únicamente empírica. No era suficiente y sabía que podía ofrecer más. Agregando que quería prepararme para la diversidad de aprendices que pudiera llegar a mí.
Así fue como decidí tomar el diplomado Docencia en arte y diseño en el contexto de la inclusión educativa que por fortuna ofrece la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Una de las prácticas que ahí conocí es la docencia reflexiva. Puede ser algo obvio el detenernos a observar nuestro desarrollo en la docencia así como los resultados que estamos obteniendo de nuestros aprendices, pero a veces la carga de trabajo y actividades no nos lo permite. Además, lo obvio puede ser lo que más necesite de un recordatorio. Regresando a que no tenía bases que me dieran la pauta para esta actividad y aquí la importancia de que, si vamos a impartir clases, formarnos en la docencia sea cual sea nuestra profesión.
El principio de amarnos antes que a nadie para poder amar a las demás personas aplica exactamente igual en la práctica docente. Debemos conocer, explorar y evaluar nuestros saberes y formas de proceder para mantenernos en constante actualización y mejorar la tarea docente. Àngels Domingo Roget, doctora en Pedagogía y experta en Práctica reflexiva, nos menciona que esta es una opción formativa que parte de la persona y no del saber teórico. Así reconozco que lo primero que hice al comenzar a dar clases fue comprender mejor los temas que me tocaría impartir. Nada mejor para aprender que explicar a alguien más.
El ejercicio reflexivo sirve para hacernos conscientes de nuestros conocimientos y limitaciones, mantenernos en evaluación y preparación constante. Ser flexibles y solicitar evaluaciones de terceros para cambiar nuestros métodos en vías de mejorar continuamente, es obligatorio para ofrecer una enseñanza de calidad (Díaz-Barriga, 2002).
PAMELA CORONADO
ILUSTRADORA Y COMUNICADORA VISUAL