En nuestra cultura, abundan y se nombran brujas o curanderos como parte de las historias que nos rodean. Bárbara Guerrero, una de las más famosas “médiums” de la Ciudad de México, quien era mejor conocida como Pachita y ha sido objeto de menciones o escritos completos de libros tanto de Jacobo Grinberg como de Alejandro Jodorowsky, Carlos Castaneda y Maurice Cocagnac, así como en diversos artículos en revistas y muchas páginas en internet, donde ha ameritado una exaltación a su persona por las prácticas que realizaba, que desafiaban la racionalidad y la lógica.
Nacida en Parral, Chihuahua, en 1900, mostró cualidades desde pequeña para curar con plantas, años después fue heredera del espíritu de Cuauhtémoc, pues ella afirmaba que no era su propio ser el que realizaba las operaciones, sino que era el medio para que el gran espíritu ancestral tomara parte en esta realidad e interviniera a las personas que acudían por su ayuda, al respecto de esto, las historias afirman que su voz y forma de ser cambiaban cuando estaba “poseída” por el “Hermanito”, como ella le llamaba.
Era sabido que Pachita atendía a personas que padecían algún mal, sus métodos eran poco usuales, y según los relatos, “operaba” a los enfermos para “trasplantarles” órganos o restaurarlos y en todos los casos parecía funcionar su práctica.
Quien mejor da un acercamiento a la labor que desempeñaba Pachita, fue Jacobo Grinberg, un neurofisiólogo y psicólogo, que centró su atención en postular teorías que daban un soporte científico al chamanismo en México, la telepatía y la meditación; convivió varios años al lado del trabajo de la médium mexicana y gracias a ello escribió la teoría sintérgica, en donde determina, en pocas palabras, que la realidad se desarrolla sobre algo llamado lattice, una maya sobre la que circula y se une toda la información que percibimos y enviamos, así, este postulado nos dice que la realidad concreta es una proyección de la mente: “La teoría sintérgica afirma que la realidad es el producto de la interacción entre la ‘lattice’ y el ‘campo neuronal’ y que los diferentes niveles de la realidad están relacionados con las características de esta interacción”.
Es mediante el desarrollo de esta teoría donde se justifica que, niveles de conciencia elevados pueden, según el testimonio de Grinberg, que afirma como completamente verídico, modificar la realidad que conocemos colectivamente, tal como lo hacía Pachita, realizando operaciones de corazón, donde materializaba el órgano completo, así como de riñones, médula o cerebro.
Tal era la capacidad de Pachita de modificar la realidad, que Grinberg cuenta, que en alguna ocasión la vio invocar lluvia en un lugar que así lo requería, y lo consiguió, por lo que entra también dentro de los llamados “graniceros”.
Como mencionan en cilcoliterario.com, Jodorowsky la oyó decir: “Yo sé quién de aquí morirá y cuándo. Sé cuántos días tiene todo aquel que me viene a visitar” o “No se preocupen por la sequía. Mañana haré llover”.
El chamanismo mexicano guarda cuestiones místicas y si bien resultan extraordinarias las anécdotas que giran alrededor de la imagen de Pachita, no cabe duda que formaron parte de la inspiración y estudio de una de las teorías de la física cuántica más importantes de Jacobo Grinberg y que su práctica ayudó a muchas personas que acudieron a ella, además de ser parte del legado de la cultura que aún sobrevive en pequeños rincones del país, de nuestros ancestros y de las leyendas épicas de México.
ERIKA CONTRERAS
DISEÑO GRÁFICO Y WEB
Referencias:
Pachita, la curandera mexicana más famosa de la Ciudad de México