Nona María Rebeca Chávez, Teresa Urrea o Santa niña de Cabora, son nombres que se le dieron a la misma mujer. Sus nombres corresponden a distintos momentos de su vida, donde diversos sucesos cambiaron el rumbo no sólo de su labor en sí, sino también de su influencia e imagen en el escenario pre revolucionario.
Cayetana Chávez (cuyo origen indígena de debate entre ser Tehueco, Cahíta o Yaqui) fue una mujer que nació y trabajó en el estado de Sonora, en un rancho de un Yori[1] llamado Tomas Urrea. Como producto de una relación de poder, por parte de Tomas hacia Cayetana, esta quedó embarazada a la edad de 14 años, con lo que dio a luz a Nona María Rebeca Chávez el 15 de octubre de 1873.
La vida de madre e hija transcurrió en paralelo a las labores del Rancho de Tomas. Nona María siendo una niña y viviendo con su madre, fue aprendiz de una curandera llamada María Sonora, mejor conocida como La Huila. María a la edad aproximada de 14 años pierde a su madre Cayetana, por lo que es acogida en el rancho de Cabora por Tomas, siendo reconocida legalmente como hija y adoptando el nombre de Teresa Urrea.
Al poco tiempo de adoptar este nuevo nombre y seguir con su preparación como curandera, cayó en coma por un ataque de catalepsia[2]; debido a sus características y al permanecer en este estado por un periodo tan prolongado (algunos hablan de catorce días, hasta tres meses), se le dio por muerta, por lo que habían mandado a hacer un ataúd para realizar su velorio. Durante el velorio Teresa volvió en sí, lo que dejó a todos perplejos y considerando que este era un suceso de autentica resurrección.
Posterior a este acontecimiento, se dice que a sus habilidades de curandera se le sumaron otras referentes a la mística, como la telepatía y la pre cognición de ciertos eventos.
El rumor de su resurrección y su ya reconocida labor como curandera hicieron que su nombre fuese circulando entre las comunidades indígenas de los estados de Chihuahua, Sonora y Sinaloa; ganándose la devoción de una gran cantidad de personas que dieron lugar a oleadas de peregrinos dirigidas al rancho de Cabora en busca de alivio y con lo cuál se le comenzó a llamar Santa niña de Cabora.
Teresa afirmaba que lo que hacía no era sobrenatural, su labor se basaba en una conexión con la naturaleza, su extenso conocimiento en plantas medicinales y su poder sanador con las manos.
En este sentido podríamos ubicar su labor dentro de las titici[3] (mujeres que se dedicaban a la medicina), se considera que hay una variedad de especialidades donde se encontraban mujeres que curaban con las manos, soplando, extrayendo fragmentos de materia del cuerpo, prediciendo sucesos, realizando curas con plantas, etc.
Teresa contaba con una combinación de dichas habilidades dentro de las cuales podemos destacar también la de realizar viajes astrales, que podemos relacionar con los vínculos entre cuerpo y cosmos; que por ejemplo, para los mexicas era el tonalli, una forma de nombrar la entidad anímica, también conocida como alma.
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Dentro de la modalidades que podemos encontrar de enlace con la divinidad, destacan cinco tipos que no son mutuamente excluyentes: receptácu- lo (vaso), mensajera, compañera, servidora y vehículo. (Marcos, 1989) Las sanaciones de Teresa y su filosofía conjugaban al menos tres de estos tipos, sobre todo sus ideas tenían que ver son la noción de servidora[4].
Este perfil no sólo lo vemos en su ardua dedicación a brindar ayuda, sino que sus ideales sociales se centraban en hacer justicia y brindar apoyo a los grupos étnicos de la región, con lo cual se ganó la atención, desprecio, exilio y persecución del Gobierno bajo el mandato de Porfirio Díaz. En específico esto se agravó derivado de la masacre del pueblo Tomochic – Chihuahua.
Todo comenzó con la relación que Teresa estableció con los habitantes de Tomochic, a quienes enseño que no necesitaban intermediarios entre ellos y Dios, ya que había visto que el la iglesia católica les cobraba a los pobladores por oficiar misa, aún sabiendo que estos eran de bajos recursos. Las enseñanzas y atención de Teresa alentó a los pobladores a tomar el templo, correr al sacerdote y ejercer su libertad de culto; ante lo cual la iglesia hizo acusaciones contra Teresa condenándola de satánica y por parte del sacerdote quién tomó acción llevando a las autoridades para encargarse de la situación. Ante estas medidas, los pobladores no bajaron la guardia y por el contrario exigían que se respetara su libertad de culto. La situación comenzó a agravarse hasta el punto en el que; por miedo a que estas noticias llegaran a posibles inversores extranjeros, Porfirio Díaz ordenó al gobernador de Chihuahua tomar medidas ejemplares para controlar la situación, con lo cual el gobernador interpretó y ejecutó la orden de matar a todos. El enfrentamiento entre el ejercito y los pobladores duró alrededor de dos semanas, durante las que los tomochitecos se defendieron bajo el lema “Larga vida al poder de Dios y la Santa de Cabora”. Finalmente el ejercito quemó el pueblo y aniquiló a todos los hombres, quedando solamente 41 mujeres y 73 niños. Este suceso fue clave para alimentar los levantamientos revolucionarios en la zona fronteriza de México y la masacre fue reiteradamente censurada por el gobierno de Díaz.
Teresa siguió realizando sus labores desde el paso, atendiendo a multitud de personas ofreciendo sus servicios de manera gratuita a quienes lo necesitaban, sobre todo a la comunidad hispana, y las ganancias que llegaba a tener las donaba para seguir con los levantamientos que se dieron desde la masacre. Esto originó que Porfirio Díaz intentara reiteradamente, por distintos medios, deshacerse de Teresa. Sin embargo ninguno de sus planes surtió efecto.
En 1901 se muda a California donde se le presentó una oportunidad para realizar una gira como una campaña médica para mostrar sus habilidades curativas. Debido a la gira y lo que en habilidades de comunicación la misma requería, Teresa solicitó a su amiga Juana Van Order el servicio de uno de sus hijos como traductor, a lo cual Juana manda a su hijo John Van Order con quien posteriormente Teresa entablaría una relación afectiva en concubinato por lo que también sería juzgada.
Posterior a la gira, Teresa y Jonh se establecieron en un barrio mexicano de Los Angeles donde tuvieron a dos hijas: Laura y Magdalena, donde aún bajo persecución del gobierno de Díaz tuvieron que sufrir la perdida de su casa debido a un incendio provocado por espías.
Posteriormente se mudaron a Clifton donde Teresa invirtió su dinero y energía a construir un dispensario para atender mineros mexicanos y negros que comúnmente se enfermaban de tuberculosis. Esta enfermedad al final también fue contraída por Teresa y murió el 11 de enero de 1906.
Es así como en la vida de esta mujer, podemos decir que la labor comprometida con otras formas de ver el mundo siempre ha ido ligada a una incomodidad por parte de los sistemas establecidos desde el totalitarismo y la razón como unicidad. Teresa, nos muestra que una serie de capas que conjuga su origen, condición social, saberes, compromisos y creencias dirigidos a impulsar y ayudar a otros en el marco de las injusticias sociales, tuvieron la influencia para generar cambios que vivimos hasta nuestros días.
[1] El Yori para los mayos (rama de la diversidad indígena que comparte su origen con los yaquis), autodenominados yoremes, se refiere al hombre blanco que no respeta. (DEMX, 2016)
[2] Trastorno del sistema nervioso central que se caracteriza por provocar rigidez corporal, palidez, insensibilidad, ralentización de la funciones corporales, descenso o anulación de la respuesta a estímulos visuales y aparición de flexibilidad cérea. Este trastorno puede presentarse en personas de manera repentina, siendo más propensas a este quienes pasen por un episodio traumático o padezcan epilepsia o Parkinson.
[3] Encontramos también en los textos sobre las curanderas las titici (sing ticitl) (Sahagún, p. 908, 1956), que abarcaban una gran cantidad de especialidades médicas, como las que curaban con las manos, las que cura- ban soplando, las que extraían piedrecillas, las que adivinaban en los gra- nos gordos de maíz, las que chupaban llagas, las que leían la suerte en cuerdecillas, las curanderas, etc. Sin embargo, como Viesca lo señala (1984b), esto describe la función específica y no nos permite asegurar que h_ayan sido diversas especialistas las que cumplían cada una de estas fun- c10nes.
La multiplicidad de funciones médicas estaba implícita en el genérico titici (plural), vocablo que designaba médicos generalmente del sexo femenino. (Marcos, 1989, pp. 366)
[4] No pedirá compensaci6n alguna por sus servicios; sirve a la comunidad y su trabajo lo comparte con el Señor. Sus necesidades son pocas. Su vida está organizada para responder a las solicitudes de ayuda, para llamar a la divinidad siempre que alguien sufra de pena o dolor. (Marcos, 1989, pp. 377)
Bibliografía
Aramburu, N. (s.f.). Mujeres Santas. Recuperado el 19 de marzo de 2021, de Teresa Urrea: https://mujeresantas.org/archivo/teresa-urrea-la-santa-nina-de-cabora/
DEMX. (16 de mayo de 2016). Recuperado el 20 de marzo de 2021, de Yoreme, la tribu hermana de los yaqui que sobrevive en el desierto de Sonora: https://masdemx.com/2016/05/los-mayo-la-tribu-hermana-de-los-yaqui-que-sobrevive-en-el-desierto-sonora/
Marcos, S. (1989). Mujeres, Cosmovisión y Medicina. Las Curanderas Mexicanas. En O. Oliveira, Trabajo, poder y sexualidad (págs. 359-382). D.F., México: Colegio de México.
Rovira, I. S. (s.f.). Psicología y Mente. Recuperado el 19 de marzo de 2021, de Catalepsia: qué es, síntomas, causas y trastornos asociados : https://psicologiaymente.com/clinica/catalepsia
Badía, J. (2020). Santa Teresa Urrea [Podcast]. Retrieved 17 March 2021, from https://www.youtube.com/watch?v=ro1nH7JSnmI&t=3927s