Les voy a contar la historia de Maud.
Imaginen que tienen 15 o 16 años y algo empieza a pasar con tus manos, con tus piernas, con tu espalda, con tu cuerpo en general. Sientes dolor, inflamación y rigidez en tus articulaciones hasta el punto en el que se van deformando; en tu escuela, tus compañeros se burlan de ti y al final terminas dejando de ir. Así que te quedas en casa y algo increíble sucede, tu madre te enseña un montón de actividades artísticas desde la música hasta la pintura.
Freud decía que “el arte es el reino intermedio entre la realidad que deniega los deseos y la fantasía que los cumple” y esta historia lo prueba. Años después, en una pequeña cabaña rodeada de paisajes hermosos, Maud encontraría ese reino intermedio poniendo en práctica todo lo que aprendió de niña consiguiendo la libertad que la enfermedad le quito.
Durante toda su vida a Maud se le negaron muchas cosas, desde el cariño y cuidado hasta el reconocimiento, sin embargo, ella siempre encontró la manera de conseguirlos.
Nació el 7 de marzo de 1903, en South Ohio, Nueva Escocia, Canadá. Desde pequeña, sufrió artritis reumatoide, enfermedad que con el tiempo fue desformándole las manos, la espalda y las piernas, provocándole grandes dolores físicos y emocionales a lo largo de toda su vida.
Estuvo poco tiempo en la escuela hasta que se le confinó a estar en casa con sus padres donde fue muy feliz y aprendió de su madre a pintar. Sin embargo, en 1935 sus padres, quienes siempre cuidaron de ella, murieron. Después de eso su hermano vendió la casa de sus padres y se desentendió de ella, dejándola con una tía. Los dos familiares que le quedaban, tía y hermano, la menospreciaban por su condición física y la rechazaban todo el tiempo.
Sin embargo, Maud siempre fue una persona inocente y alegre, así lo reflejan sus obras con un estilo folk, repletos de colores, pájaros, flores, montañas, toda esa calidez que la rodeaba.
Muy poco después de irse a vivir con su tía, Maud encontró un anuncio en el que un hombre solicitaba una mujer para que le ayudara con las tareas domésticas y con tal de no vivir con su tía, decidió ir a la dirección de aquel anuncio. Esa elección la llevó a una cabaña en medio de la nada, a un amor y a un mundo lleno colores.
El anuncio pertenecía al pescador Everett Lewis, un hombre tosco, machista, rudo cuyo corazón congelado se fue derritiendo poco a poco gracias a Maud con quien se terminó casando.
En esa pequeña cabaña, Maud empieza a pintar todo a su alcance. Poco a poco fue tapizando cada rincón de la casa con bellos pájaros y flores y se dedicaba a hacer postales y obras en formatos pequeños que era lo que su artritis le permitía.
Se corrió la voz y con el tiempo, los cuadros llenos de colores, paisajes y ese toque “infantil” de sus obras, se hicieron muy famosos, así como la casa en la que vivían. Muchas personas de distintas partes iban a visitar y tomarse fotos junto a la casa y a comprar alguna de las pinturas de Maud, incluso el presidente Nixon compró dos de sus cuadros por una suma bastante alta.
Maud Lewis murió el 30 de julio de 1970 en 1996 ya convertida en una artista reconocida a causa de una pulmonía y su esposo murió 7 años después. Tras la muerte de ambos, la cabaña donde vivían que era una obra de arte en sí misma, pintada durante 30 años por Maud, fue trasladada a las instalaciones del Art Galery og Novia Scotia y puede visitarse.
En 2016 salió una película llamada Maudie, con una encantadora interpretación de Sally Hawkins. La historia se centra un poco más en la bella relación entre Maud y su esposo Everett, un film que vale la pena disfrutar pues la historia de esta gran pintora que vivía en una cabaña llena de flores, es una que vale la pena contar.
FERNANDA JACINTO
PSICÓLOGA Y ARTISTA