Del izquierdo no veo …

0

Mi primer encuentro con la discapacidad es fácil de identificar ahora a mis 29 años, sin embargo durante mucho tiempo no reconocía esa diferencia como una discapacidad y mucho tuvo que ver el entorno, las ideas y los tratos. Qué pasa cuando te sabes diferente pero la gente no te lo remarca o no te señala tanto, eso hace la diferencia; ahora debo decir que mi primer encuentro con la discapacidad fue conmigo misma. 

Yo poseo discapacidad visual, mi ojo izquierdo solo alcanza a percibir manchones de colores, por lo tanto tengo debilidad visual en ese ojito, y a eso agreguemos que es un ojo extraviado, y todo esto fue resultado de una catarata congénita. A pesar de haber sido intervenida al año de edad, mi visión quedó baja. Así que desde niña se que de mi ojo izquierdo “no veo”, así lo solía decir a mis amiguitos.

En aquellos tiempos era casi imposible que me pusieran una lente intraocular para ayudarme a de alguna forma mejorar mi visión,(en esos tiempos de 3 o 4 años aún tenía un poco más de visión, aún percibía más e incluso contornos más claros dentro de lo que cabe) así el doctor Escoto decidió ponerme un lente de ayuda exterior para ese ojo. Y si un ojo extraviado no era suficiente, imagínenselo aumentado como ¡cinco veces su tamaño! literalmente tenía una lupa sobre un ojo y sobre el otro un pequeño aumento, llevo como unos 26 años usando lentes, si no los tarigo siento que no soy yo jeje.

El explicar a cada persona nueva que conocía que no tenía un ojo más grande que el otro y que solo eran mis lentes especiales porque no veía del izquierdo, era normal para mi. Y muchas veces pensé que la gente haría burla de mi por ser diferente, que me llamarían virola o cieguita o alguna cosa así, pero por más que lo pienso eso solo me paso una vez en toda mi infancia, puede que lo dijeran a mi espalda pero nunca frente  a mi. Todas mis amigas y amigos, compañeros y familia siempre me trataron respetuosamente, creo que me molestaban más por mi altura que por mi falta de visión y mi ojo más grande.  

Pase por tres pares de lentes con aumentos diferentes, hasta que a los 7 años el doctor decidió que no había ya porque usarlos si no yo sentía que funcionaran al 100, la verdad no recuerdo si veía mejor con la lupa o no, ese mismo año me intervinieron para corregir el estrabismo, aunque quedo centrado, como que quedo viendo “parriba”, ya que un ojo que no ve, es más fácil que se extravíe cada vez más, pues no sabe que onda y por eso se va, como en las relaciones sin definir. 

Y así iba yo por ahí sin entender quizá realmente lo que tenía, según yo veía pues bien con mi solo ojito derecho,(aunque la verdad es que después me di cuenta que aunque fuera poco lo que percibía el izquierdo, si me ayudaba mucho y no lo valore en su momento). La verdad de niña pensaba que si yo veía con un ojo, los que veían con dos, veían doble jeje (claro que después supe que no, que solo ven más ampliamente y que su percepción de espacio es mejor). De vez en cuando hacia “mi prueba” para ver si mágicamente aumentaba mi visión, me tapaba el ojo derecho y probaba a mi ojo izquierdo,intentanto ver algo, pero nunca pasó, de hecho aún lo hago, pero solo para ver que no baje más mi vision aunque aveces si tengo la misma ilusión que de niña, en fin. 

A pesar de todo nadie nunca me limito y me dijo que no podía hacer cosas por el hecho de solo ver con un ojo, y mis papás y hermanos siempre me animaron hacer cosas, quizá ellos pensaban que mientras demostrara poder hacerlo me dejarían; así pase mi niñez y adolescencia. 

Fué quizá hasta que tuve 23 que en una consulta con una nueva doctora me dí cuenta de una verdad tan cierta que me cambió mi forma de pensar y cuidarme, yo le pregunté, qué tan viable era operar mi ojo derecho para mejorar mi vista (como era de esperarse el ojo derecho daba un poco más de sí y ahora necesitaba cambiar cada cierto tiempo de aumento) ella sin darme alas me dijo, ¡no!, no le hagas nada a tu ojo derecho, es oro molido y pum, las cosas las comencé a mirar diferente, pero más adelante me caería al 100% esa premisa.

A los 26 tuve un un desprendimiento de retina en adivine qué ojo… ¡si el izquierdo!, y me intervinieron por tercera y cuarta vez en mi vida, esta vez el ojo perdió mucha más visión y la mácula estaba agujereada (nunca podría volver a ver contornos definidos no como los veía antes) el ojo se había extraviado de nuevo y los músculos del párpado se habían atrofiado un poco. Esta vez yo sentí el cambio en mi visión, chocaba con mayor facilidad con las personas, me pegaba con los bordes de las paredes al dar vuelta y otras cositas, y ahora también mi ojo derecho trabaja más y se cansaba pronto y presentaba también una alteración en la retina (que de igual manera se pudo controlar). 

Otro nuevo cambio fue cuando la doctora Judith (que es bien padre) me recomendó ya no practicar deportes en equipo ni actividades que pusieran en riesgo la integridad de mis ojos, en especial el derecho, ese es oro y si ella me lo decía con su honestidad que le caracteriza, le haría caso, aunque eso sí que no me gustó, dejar de jugar en equipo, desde ese entonces lo deje de hacer. Pero algo bueno es que también logré comprender ahora sí mi condición, empecé a entender por qué no podía hacer ciertas cosas con más facilidad, por qué me pasaron ciertos sucesos, y qué debía cambiar, a veces me es gracioso darme cuenta de ello y pensar que estuve tanto tiempo sin saberlo.

No recuerdo que de niña se me planteara ese panorama, en el que mi ojo derecho era todo y que debía super cuidarme, como les dije, tuve una niñez sin limitaciones, subí, baje y jugué. En cierta parte agradezco haberme dado cuenta de eso hasta mi adultez. Pero debo confesar, que sí, a veces pienso más y me da miedo la circunstancia. Sin embargo he aprendido a despojarme más fácilmente de esos pensamientos y seguir adelante y llevar la vida de la manera en la que me la he construido, sorteando mis dificultades y agarrando maña.

Me gustaría señalar algo en cuanto a las apariencias, pues dos de mis médicos (una oftalmo y otra no) me preguntaban que si no quería operarme de estrabismo, que aunque no viera, que fuera pues por estética,(hey doc, mis músculos oculares ya están como liga de pelo comprada en el metro, cómo me propone eso), lo importante fue que yo me dije: ¡momento! a mi no me molesta mi diferencia física, yo vivo con ella y sin problema en el 98.9% de los casos, y yo no me estoy viendo la cara todo el día o algo así, me dí cuenta que es a los demás a los que no les gusta o se les hace fuera de lo normal, ellos son quienes entonces agrandan la diferencia, piensenlo, (quizá y aplica igual para otras discapacidades, quizá esa persona no se siente de cierta forma pero tú le cuelgas cosas que no ehh).

En este último año me dí cuenta que poseía una discapacidad por debilidad visual, yo nunca lo había planteado con esas palabras. Me doy cuenta que si se me hubieran tratado diferente, si se me hubiera hablado distinto por mi discapacidad, si me hubieran desplazado por mi diferencia, quizá no tendría la vida que tengo; y es que claro se que mi discapacidad no es de un grado superior y eso me ayudó a poder colarme, sin embargo, la tengo y he vivido con ella desde nacimiento. Es cuando confirmó que sí, que el mayor porcentaje de la discapacidad lo pone los factores sociales y forma en la que se cree que alguén con discapacidad no es capáz de lograr lo que todos. 

Así que esta es mi propia y primera experiencia con la discapacidad.

Comentario random: por ahi he oido que quién escribió esto no ha tenido incidentes viales, no como sus amigos normovisuales que tiene uno o dos por año, ¿qué cosas no?.

 

NAOLI ENRIQUEZ

DISEÑADORA Y COMUNICADORA VISUAL

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *