Judith y las diferencias que nos unen

0

Cuando tenía 7 años, en el curso de segundo de primaria, llegó Judith al grupo, una niña con paraplejía, era muy parlanchina, y me caía bien, la maestra me designó para quedarme con ella en el salón, porque ella no se movía nunca de su lugar, todos se salían al recreo y ella y yo jugábamos y platicábamos en el salón vacío, siempre contábamos cuentos, en ocasiones, yo recortaba muñecos ilustrados de papel y creábamos historias con ellos, a veces, me ponía a correr entre las bancas porque me daba la sensación de que ese espacio era nuestro en ese momento.

La historia fue corta, la profesora nos turnaba a los que nos llevábamos bien con ella para “acompañarla” y sólo estuvo ese año en nuestro grupo, después hicieron rotación y ya nunca coincidimos, pero con el paso de los años me daba nostalgia, porque nunca la veía en el patio, lo que significaba que seguían dejándola en un salón.

Es extraño como los niños que son visiblemente diferentes llaman nuestra atención, la niña con labio leporino que era objeto de burlas, el niño altísimo que apodaban Alto (por el personaje de los Monster) y así sucesivamente: “La China”, “El Negro”, “La Flaca” y una lista interminable, pues me tocó una época donde se acostumbraba poner apodos para entretenerse, era “divertido”, sin pensar que en algunos casos esos apodos se convertían de alguna forma en la manera oficial, más que el mismo nombre, para identificar a la persona, se volvía su distintivo y hasta parte de su personalidad.

La diferencia es un hecho que se marca socialmente, y en muchos casos se castiga, a menos que esa diferencia te lleve por los caminos que la misma sociedad marca como puntos acertados.

De niña solía ser sociable, pero en realidad conectaba con pocas personas, me gustaba ensimismarme en mi imaginación y crear historias y no tenía la confianza de compartir esos mundos con cualquiera, tal vez por temor a ser juzgada, pero Judith fue una de las personas con las que podía compartir ese aspecto de mí y, eso me hace reflexionar, si tuviéramos la certeza de que mostrar nuestros diferentes aspectos al mundo no será motivo de señalamiento, conoceríamos la verdadera libertad de expresión desde pequeños. Yo podía omitir lo que no quería mostrar, pero para quien eso no es una posibilidad tiene que vivir con la carga social que se le impone.

En la Universidad conocí a un chico ciego, todos lo llegamos a ver, porque el transporte público para llegar a la escuela era el mismo, y siempre pedía apoyo para que alguien lo ayudara a llegar a su salón, en el camino platicaba mil cosas, era sumamente sociable, estaba estudiando Derecho y me hizo sentir orgullosa de él, porque tan sólo llegar a su salón representaba un reto diario, él decía que le gustaba porque podía platicar con diferentes personas, y creo que su optimismo me hacía percibirlo como una persona con mucha fortaleza. Me di cuenta de que todos llevamos una lucha de distintas maneras, llevando nuestras acciones por los pasos que creemos nos harán mejores personas.

En el diplomado sobre docencia inclusiva aprendí que las diferencias nos hacen versátiles como sociedad, nos ayuda a comprender el mundo desde diferentes perspectivas y que la nueva enseñanza debe ser que esa diferencia en realidad puede unirnos para crear nuevas versiones para percibir el mundo, porque irónicamente en esencia todos somos iguales, solo falta la apertura para querer ver que existen otras posibilidades.

Afortunadamente, nos toca vivir una época en donde la inclusión se vuelve un punto a considerar, la sociedad está ayudando a la apertura de nuevas visiones, y confío en que el aporte de cada área, la propuesta del cambio de paradigma en la enseñanza e incluso el aspecto tecnológico ayudarán a seguir creando y apoyando un cambio, que aunque tiene un camino largo, ya se está recorriendo y estos pasos ayudan a que personas como Judith no sigan quedándose en el salón todo el día y permitan que cada niño, sea cual sea su condición, goce de un trato igualitario, con los mismo derechos y que si no es así, se puede recurrir a un aspecto legal que los apoye.

ERIKA CONTRERAS

DISEÑO GRÁFICO Y WEB

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *