Para poder hablar de cómo me convertí en una bruja-artista visual es necesario que les mencione que nací un día 7 –de mayo– a las 3:00 am. ¿Coincidencia? ¡No lo creo! Apenas y pude entrar en el lapso al que se le llama la “Hora de las Brujas”.
Me llamo Janet y desde que tengo memoria me he sentido atraída por lo misterioso y lo mágico. Desde niña me obsesionaba el misticismo de la cultura egipcia, la fantasía de los dibujos animados, los cómics y los libros de terror, por lo que cuando adolescente me dediqué a dibujar, crear intentos de historietas y algunos fanfiction en torno a temáticas como las mencionadas.
Fue durante la preparatoria en donde percibí que la imagen gráfica me permitía comunicar ideas que de ninguna otra forma podía, así que decidí estudiar en la Facultad de Artes.
Mi interés por el dibujo no se disipó; sin embargo, la fotografía también se volvió uno de mis medios predilectos y con el cual sentí gran afinidad desde el primer acercamiento.
Cuando concluí mis estudios en la facultad surgieron cientos de preguntas sobre cuál sería el camino que emprendería ¿Me dedicaría a la fotografía? ¿A la ilustración? Entonces por allá del 2015 comencé a cubrir algunos eventos de bandas emergentes de rock independiente, me gustaba, pero no era algo en lo que yo vibrara, no sentía la conexión en ese lugar. Al mismo tiempo también me dediqué a mejorar mis habilidades en dibujo pues no tenía un empleo estable o que me exigiera un horario.
En esa búsqueda logré ser parte del Programa de Servicios SaludArte de la Ciudad de México por allá del 2016 y así comenzaría una experiencia que me cambiaría la vida y en donde me sentiría, por primera vez, plena. Mi labor sería impartir el taller vespertino de Artes Plásticas y Visuales a seis grupos multigrado de educación primaria.
Al principio pensé que sería pan comido, pero cuando me topé de frente con la diversidad de niñas y niños, con problemas y necesidades particulares, no tenía idea de cómo actuar. Pasé por muchas aventuras con la corazonada de que no importaba lo difícil que estuviera siendo, necesitaba prepararme más. Fue así que comencé a empaparme de tutoriales y de muchas referencias para crear un espacio de aprendizaje creativo y emotivo que pudiera incidir en aquellas niñas y niños.
Al encontrar el deseo de continuar por la vía de la enseñanza artística y querer enriquecer mi labor profesional, me inscribí en el Diplomado Docencia en Artes y Diseño en el Contexto de la Inclusión Educativa de la FAD – UNAM en el cual no sólo adquirí conocimientos de Braille, Lengua de Señas Mexicana, herramientas y aprendizajes, sino que conocí (de manera virtual) a cinco compañeras y a una profesora con quienes no sólo compartiría la pasión por las artes y la enseñanza, sino por la figuras místicas y poderosas de las brujas.
Retomando el tema de las brujas, en México existe un folklor rico en cuanto a mitos y prácticas. Mi mamá y papá son de Oaxaca en donde casi todas las mujeres tienen vasto conocimiento en herbolaria, remedios caseros y rituales, por lo que crecí acompañada de innumerables limpias y de un montón de plantas con las que mamá nos preparaba infusiones o ungüentos. Mis raíces son meramente brujiles, si lo vemos así.
No imaginé que en tiempos tan complejos y surreales como lo han sido los de esta pandemia podría coincidir con un grupo de chicas con intereses afines a los míos, pero con peculiares talentos y conocimientos que sumados crearían Fuego de Brujas.
Fuego de brujas es un colectivo. Es un grupo de mujeres que desean crear materiales inclusivos con corazón y significado. Es una red de apoyo en tiempos pandémicos y caóticos. Es un proyecto que desea una sociedad más inclusiva a través de la magia de las artes, el diseño y la pedagogía.
Y es tan bien, una forma de mantener la esperanza y resistir desde la creatividad.
JANET MONTESINOS
ARTISTA Y FOTÓGRAFA